54. Festival de Música Contemporánea de Alicante, al día siguiente de dirigir el estreno de la Sinfonía de Réquiem, de Montsalvatge, esperando el inicio de otro concierto. Desde la izq, Carlos Cruz de Castro, José Luis García del Busto (de espaldas), Tomás Marco, Xavier Montsalvatge y su esposa Elena, Ramón Barce, Luigi Pestalozza y yo).
56. Las primeras actividades remuneradas que realicé en mi carrera fueron en cuanto organista en la iglesia de San Agustin y en la de Nuestra Señora de las Maravillas, ambas en Madrid, que simultaneé con mis últimos cursos de Conservatorio. En la imagen, en 1974, en la consola de esta última iglesia.
60. De mi maestro Enrique Llácer (conocido comúnmente como “Regolí”) aprendí sobre todo el deseo de perfección, el detallismo extremo como norte de la interpretación musical. Las generaciones posteriores, que no tuvieron la fortuna de escucharle, difícilmente comprenderán lo que se puede llegar a hacer con un par de baquetas en la mano.
Años después de ser su alumno en el Conservatorio, le tuve numerosas veces como timbalero de la Orquesta Nacional, lo que fue un verdadero orgullo de alumno. Foto con su esposa, María Ester, en el camerino del Auditorio Nacional, antes de uno de estos conciertos, en 1989.
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69. Madrid, 2014. Junto a Estíbaliz Calvo, conocida artísticamente como Titxu Vélez. Me quito el sombrero ante el mundo poético que subyace tras las canciones y la poética de esta joven cantautora riojana, aún en los albores de su carrera y ya dueña de un universo utópico propio.
La dedicatoria de su bellísima canción Tu jardín, de nuevo en unas circunstancias muy especiales para mí, ha sido una de las cosas más hermosas que me han sucedido en mi vida.
61. Precioso recuerdo conservo de los años en que fui “segundo de a bordo” de Tomás Marco en el Centro para la Difusión de la Música Contemporánea. No recuerdo que en esos siete años hubiera ni un roce personal entre el estupendo equipo con el que tuvimos la fortuna de contar. Aquí estamos en una comida en Alicante, en 1986.
73. En 1986, con Rosa, en el camerino del Teatro Real. Rindo mi mayor tributo a quien durante ya más de cuarenta años ha sido y es mi compañera del alma; mi otra mitad; la madre de mis hijas y la confianza mutua en un modelo de fidelidad. Parafraseo a mi amigo Aute diciéndola que “Sin ti, lo que me queda por vivir sería sólo un dato”.